Suena ridículo, sí. Pero, ¿y si no lo hiciese? ¿Y si mañana cuando te levantes sigue estando todo a oscuras? ¿Qué te garantiza que el Sol esté en lo alto del cielo? De hecho, como bien dijo Dalas hace un par de días en uno de sus vídeos, ¿quién me garantiza a mí que no sólo yo exista y todo lo que veo y siento en general, incluidos vosotros, no seáis más que proyecciones; ilusiones de mi mente?
Esto es llevar las cosas al extremo, porque es evidente, a pesar de que no haya garantía alguna, que todo lo que sientes y amas no es una ilusión. Pero es sólo en este extremo en el que puedes reformular la pregunta: ¿y si mañana no saliera el Sol?
Muchos estaréis opinando que sigo llevándolo al extremo, pero no es lo mismo. Porque, a pesar de que yo pueda dudar de que existáis tanto vosotros como el té que me estoy bebiendo, siempre tendré esa idea en última instancia que me dice, en resumidas cuentas, que éstas son nuestras vidas y este es nuestro mundo. En cambio, esa idea jamás podré tenerla en lo referido a que salga el Sol, porque éste se mueve por leyes, en lugar de por instintos.
Si coges una moneda y la sueltas sobre la cama, ésta, evidentemente, caerá en la cama. Pero, ¿qué garantía tienes de que ahora coges una moneda, la dejas caer sobre la cama y no flota? La Ley de la Gravedad dice que eso no es posible, pero no sabemos cómo funcionan las leyes; no conocemos su naturaleza. Sabemos que están y, por supuesto, hemos de confiar en ellas para hacer nuestro día a día de manera normal. Pero lo que no sabemos, ni sabremos nunca es que si mañana dejas caer una moneda sobre la cama, ¿caerá o la ley habrá cambiado y flotará? Es decir; ¿y si mañana no saliera el Sol?
No me gusta nada cómo se utiliza hoy en día "
carpe diem", así que agradecería que no se malinterpretase mi tesis.
Cuando como un plato que me gusta teniendo mucho hambre, o cojo la cama estando muerto de sueño, o estoy con una persona que quiero, o escucho la voz de un niño, o me tomo un granizado, un helado, etc., intento disfrutar de ese momento exacto; disfrutar del placer al ciento por ciento.
Voy a dejar aquí un pequeño texto que escribí en un folio hace casi diez años. Disculpad si hay alguna falta de ortografía y los detalles infantiles.
"Madrid, a 10 de marzo de 2004.
Llevo
toda mi vida, lo que mi madre dice que es corta, buscando la felicidad, pero por alguna razón que
desconozco siempre se me han puesto obstáculos por el camino que
parecen querer impedirme alcanzar el estado de bienestar que busco en
todo momento, pues lo único que quiero es la felicidad de todas las
personas buenas y en concreto de los míos.
Últimamente he
pensado en convertirme en una mala persona porque veo que son las que
triunfan en esta injusta vida, pero tras comprobar que eso no es
propio de mí (porque por mucho que lo intente no puedo; mi
naturaleza me lo prohíbe), he decidido luchar por TODAS las
cosas que quiero y buscar la felicidad absoluta de mis nuevos amigos y
familia, y encontrar a alguien que siempre esté a mi lado pase lo que
pase, con lo que supongo que sería una grandísima
ayuda para que yo pueda lograr ser feliz. Y tengo que serlo a toda
costa, porque lo he prometido y yo nunca falto a mi palabra.
Mario Lee".
La Felicidad lo es todo. Es alcanzar todo lo que quieres, lo que siempre has querido. Algunos dicen que es aburrida. Yo creo que no son felices.
Desde aquí, en un rincón del mundo, quiero pediros a todos que a la par que trabajéis por ella, disfrutéis de las cosas buenas que tenéis. Que cuando le deis un abrazo a alguien, penséis sólo en el abrazo. Que cuando veáis una película que os gusta, no os comáis la cabeza con los problemas que podáis tener; disfrutad de la película y pensad en los problemas después. Disfrutad del momento, porque nunca sabéis cuando será el último día en el que os levantéis.
A pesar de querer que le llegue a todo el mundo, quiero dedicarlo especialmente a aquellos que lo estén pasando realmente mal. Que al igual que yo, no sea una mala racha, sino un mal tiempo que está durando mucho. Quiero que recordéis, que a pesar de las distintas creencias que podáis tener, lo cierto es que no tenemos ni idea de que habrá después de la vida, y lo más probable es que no haya nada. "Y si no hay nada" -pensaréis-, "¿merece la pena vivir?" Pues yo os respondo que si sólo tenéis una vida y después no hay nada, ¿merece la pena morir?
Intentad ser felices, porque si lo trabajáis y os lo merecéis, podéis conseguirlo. Y, sobre todo, disfrutad del momento, porque nunca sabréis cuál será el último; nunca sabréis si mañana saldrá el Sol.
DEYZ, Anixel
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